Por Mario
Hechavarria Driggs
Ciudad de la Habana, Cuba. (PI)- Un señor de sesenta años pasados, con una jaba
de nylon cargada de paqueticos de detergente para revender, me dice por lo
claro:- No entiendo lo de las dos monedas, yo compré estos sobres en la
“Choping” en Pesos Convertibles y ahora los vendo en Moneda Nacional,
buscándome una pequeña ventaja, porque para alcanzar los paquetes pequeños hay
que hacer cola y no están en todas partes.
Pienso
hacia mis adentros, bueno, yo le compro la caja de cigarros al bodeguero en
cualquiera de las dos monedas y siempre tiene cambio, sólo que con la divisa me
quita un peso por aquello de que:- si no fuiste a la CADECA antes, eso es tu
problema. En definitiva, un peso no es tanto como el viaje y otra espera en la Casa de Cambios de Monedas,
no siempre abierta.
Realmente,
desde la dolarización allá por los tiempos de la caída del Muro de Berlín,
siguiendo con la institucionalización del “Chavito”, hasta los Lineamientos del
Sexto Congreso del Partido, refrendando la exigencia popular de acabar con la
dualidad monetaria, de hecho, los cubanos contamos con dos o una moneda,
siempre dispuestos a trocarla, de acuerdo a las necesidades o la dicha de
cuánto poseemos de cada una de ellas.
No
creo sea un descubrimiento esto del “comienzo del fin de la dualidad
monetaria”, la práctica, criterio supremo de la verdad, nos dice que mi amigo
del parque tenía la razón con su sencillo razonamiento, verdad “de Perogrullo”,
de esas que mucho se olvidan a la hora de explicar asuntos aparentemente
complejos, pero realmente simples.
¿Qué
es el dinero sino el equivalente universal de todas las mercancías? Convertido
en papel impreso por ley del estado y necesidad ante la limitación natural a la
circulación de metales preciosos, podemos en aritmética escolar, entender que
se trata de un común denominador y por tanto, al decir del señor de los
paqueticos de detergente:-me da igual que un televisor valga 300 CUC o 7200
CUP. De cualquier manera lo importante es contar con el dinero, sea remesa
desde el “más allá”, producto de vender Aguacates o premio de “La Bolita”.
El
estado pudiera cambiar por decreto esta situación en un día, matemáticamente es
así, pero los traumas serían grandes si valoramos las complicadas cuentas de un
país marcado por la corrupción generalizada, donde la economía necesita
reordenarse internamente antes de ejecutar el sencillo acto de pasar a una sola
moneda, donde antes había, no es error mecanográfico, CUATRO DENOMINACIONES
EXACTAMENTE.
Me
explico: Tenemos para el sentido popular, el Peso Cubano o Moneda Nacional,
denominado CUP. Y el Peso Cubano Convertible, equivalente al dólar
estadounidense antes en circulación, identificado con las siglas CUC. Hay, sin
embargo, dos monedas más: Los CUP ó CUC. Existen igualmente en términos de
economía empresarial, al nivel de cuentas bancarias, con valores que no
concuerdan con sus cambios al nivel popular. En fin, se trata de CUATRO
MONEDAS, verdadero rompecabezas para los economistas nacionales.
Cualquier
instalación hotelera paga a sus trabajadores en CUP y recibe de los turistas
CUC, ambos billetes corrientes, pero además realiza operaciones bancarias con
esas mismas denominaciones a través de cheques u otras variantes donde no se
palpa el dinero en efectivo.
Todo
lo anterior es muy desventajoso para la economía en general y hay consenso de
cambiar esta realidad. Creo sinceramente que el país, es decir, nosotros los
cubanos, estamos deseosos de vivir con una sola moneda, que ya es una realidad
palpable, reconocida en el comercio minorista diario, estatal o particular.
El tiempo restante hasta el decreto-ley es un
proceso lógico de ordenamiento en el plano de las muy complejas, ahora si cabe
la expresión, relaciones económicas de este invento llamado Socialismo, el cual
no puede desentenderse del mercado y sus categorías y por tanto debe asumirlas
responsablemente, sin miedo y sin tacha.
Como
me dijo recientemente un profesor universitario:- Socializamos la pobreza, pero
tenemos que aprender a crear riquezas con el objetivo de repartirlas
justamente. El Socialismo-agrego al debate- no se define exactamente a partir
del cómo se produce la riqueza, sino considerando repartirla de la forma más
equilibrada posible.
Países
como Noruega, Dinamarca o Japón, ejemplos en cuanto a Índices de Desarrollo
Humano (IDH), de las Naciones Unidas, señalan el camino.
Creo
firmemente y volveré sobre el asunto, que se trata de un problema esencialmente
cultural.