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lunes, 15 de abril de 2013

“Usted es un militar vestido con sotana”

“Usted es un militar vestido con sotana”

| Por Augusto Cesar San Martin
 

LA HABANA, Cuba, 15 de abril de 2013, Augusto San Martín Albistur/ www.cubanet.org.- De los trece cubanos que se refugiaron en la Iglesia de la Caridad del Cobre de la capital, el 13 de marzo del 2012, unos se apartaron de lucha política con más decepción que temores. Otros se encuentran en las cárceles sin cargos en su contra o han sido liberados después de meses de prisioneros sin cuerpo del delito. Orlando Corso, el mayor del grupo, falleció.

Fred Calderón Muñoa, Deysi Ponce Arencibia y Vladimir Calderón Frías, tres de aquellos trece cubanos, miembros todos del Partido Republicano de Cuba (PRC), accedieron a esta entrevista para Cubanet que intenta reivindicar aquellas 48 horas en compañía de la Patrona de Cuba.

¿Cuál era el propósito que perseguían con la acción?

Vladimir Calderón Frías (VCF):

-Nuestra demanda era pedir un nuevo gobierno y nuestros derechos a la libertad de expresión, de asociación. Libertad para los presos políticos. Pedimos las mismas demandas que siempre ha solicitado la oposición. Ya no somos una simple cantidad de personas que caben en un sofá, como aseguraba Castro. Estábamos intercediendo por esos opositores que protestan en las paradas y las bodegas. Ese pueblo que demanda sus derechos y el fin de las escaseces sin saber que eso también es oposición.

Fred Calderón Muñoa (FCM):

-Esperábamos que la Iglesia nos ayudara a establecer este diálogo, al menos hacer llegar las demandas escritas que le entregamos.

¿Por qué seleccionaron un momento como la visita a Cuba de Benedicto XVI para entregar la demanda?

VCF

-Por las experiencias internacionales que existen. Ejemplo: Polonia, y Chile cuando Pinochet. Precisamente, el Papa Juan Pablo II fue a Chile y lloró junto a miles de chilenos dentro de un estadio que estaba sitiado por la policía. Las gestiones de la Iglesia en Chile para solicitar apertura democrática durante el gobierno de transición de Patricio Aylwin, también es un ejemplo de mediación.

-En el 2001, la Iglesia del Pi, en Barcelona, acogió las demandas de centenares de emigrantes sin papeles durante 47 días. Quizás esperábamos algo parecido.

 

¿Qué estrategia siguieron para llevar a cabo este acto?

Deysi Ponce Arancibia. (DPA):

-Entramos normalmente a la Iglesia con el propósito de hacer conocer las demandas para que se entregaran al Arzobispado. Algunos hablamos de ir directamente al Arzobispado, pero fuimos en varias ocasiones y no nos recibieron.

-Desde la hora en punto que llegamos a la Iglesia, comenzaron a entrar miembros de la Seguridad del Estado y sus colaboradores. Nos percatamos de que la Iglesia había quedado rodeada por la policía y decidimos no salir.

VCF:

-No pienso que al entregar las demandas estuviéramos sitiados. Se escogió ese lugar porque se iban a entregar las demandas y en caso de reacción adversa por parte del clérigo, la cobija seria la Iglesia. Teníamos temor a que nos reprimieran por el desafío de entregar la demanda.

-La Iglesia abre sus puertas a las 8:00 a.m. para que los creyentes oren a su patrona y las cierra a las 11:00 a.m. Reabre a las 4:00 p.m. Ese día, cuando nosotros entramos en la mañana, la Iglesia no cerró. No cerró porque ya a las 11:30 a.m., la Iglesia estaba rodeada por efectivos de la Seguridad del Estado.

-El Sacerdote comenzó la misa a las 6:00 de la tarde y terminó a las 7:30. Cuando el padre pide que abandonen la Iglesia es que nosotros entregamos la demanda.

-Entramos sorpresivamente desde la mañana y durante todo el día. Algunos se retiraron porque no estaban preparados para afrontar las consecuencias y quedamos trece. Estaba previsto entregar la demanda en tres Iglesias en La Habana, El Cristo en La Habana Vieja y la Iglesia de Regla. Los otros grupos fallaron.

-La idea general era hacerlo en trece Iglesias del país pero las provinciales fueron allanadas el mismo día.

Entonces la idea era solo entregar las demandas y salir de la Iglesia…

DPA:

-Sí. La idea era entrar y entregar la demanda para hacerla llegar al gobierno. Sabíamos que esto provocaría una acción represiva en contra nuestra porque pertenecemos a organizaciones no gubernamentales con poder de acción en las calles. Buscábamos la protección de la Iglesia Católica, eso no existió al final, sabemos cómo se pronunció el Cardenal Jaime Ortega. Primero, a través del monseñor Suárez Polcari, canciller del Arzobispado, que fue quien sirvió en algún momento de interlocutor.

FCM:

-Yo quiero hacer una anécdota de cuando estábamos dentro de la Iglesia. Llevábamos dos días, había mujeres y ancianos. Le pedí un favor al monseñor Suárez Polcari. Le dije que llevábamos dos días sin alimentos y la calle rodeada por oficiales de la policía política. Le pedí a nombre de todos que nos facilitara dos libras de pan de la panadería de enfrente. La respuesta del clérigo, literalmente, fue que le estábamos faltando el respeto.

DPA:

-Yo le digo que quien fue a conversar con nosotros era un militar (Suárez Polcari), eso no parecía un hombre de Dios. Se lo dije a él con esas mismas palabras. “Usted es un militar vestido con sotana”. Madeleine Caraballo, que ahora está en prisión, le dijo que era un funcionario al servicio del castrismo.

-Como mismo digo esto, reconozco que el párroco de Iglesia nos procuró una libra de pan y un pomo de mayonesa. Ofreció un plato de sopa a Orlando Corso cuando estaba muy débil y en alguna ocasión nos brindó algo de dulce; el resto de la comida fue lo que llevamos.

Después de entregada la demanda, ¿qué paso?

VCF:

-Decidimos quedarnos en la Iglesia sin saber lo que estaba sucediendo afuera. Comenzamos a llamar a todos los centros de divulgación internacional, de la prensa independiente y la oposición.

-Llamamos a varias personas, unos no contestaron, otros no llamaron más y algunos nos colgaron. Prefiero no dar detalles de eso. Hubo desacuerdos con la oposición interna, lo más vergonzoso es que la mayoría de las llamadas de apoyo fueron del exilio.

-Tuvimos mucho apoyo de la prensa extranjera, Brasil, Alemania, Francia, Venezuela, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana, Estados Unidos.

FCM:

-Después del primer impacto cerraron la Iglesia, solo dejaban entrar a los creyentes que ofrecen sus oraciones en el altar de la puerta. Hubo momentos en que nos pusimos a estudiar las demandas. Habíamos dado el primer paso y queríamos llegar hasta el final.

-Nuestro comportamiento fue catalogado por el sacerdote de la parroquia como bueno. No nos movíamos del espacio que ocupamos. Utilizábamos el baño que nos indicaban con el orden establecido. Rezábamos en la mañana con el sacerdote.

-Mi hermano intentó llevarme unos panes y cuando estábamos tomándolo, se le acercaron unas personas y le cayeron a golpes, lo arrastraron y se lo llevaron.

-Al segundo día, a Orlando Corso, quien ya falleció, le había bajado la presión arterial. Las mujeres estaban acostadas, se veían cansadas, agotadas y no se avizoraban soluciones.

-Teníamos la promesa del párroco de la Iglesia de que al siguiente día tendríamos contacto con un funcionario del gobierno. Pero el funcionario nunca llegó; a pesar de la palabra del cura, lo que hicieron fue abrirle la puerta a la policía.

¿Cómo actuaron los interlocutores?

VCF:

-El monseñor Suárez Polcari habló con el grupo y después me citó a un despacho. Trató de persuadirme con vetas de intimidación. Me planteó la idea de que nuestra acción podía desencadenar un problema dentro de su Iglesia.

-Le respondí que la Iglesia no era de uso particular. Luego le expliqué el resguardo que buscábamos en la casa de Dios y nuestras demandas pero el insistía en que abandonáramos el templo.

FCM:

-Cuando el monseñor Polcari se pronunció sobre nuestras demandas, me dio la impresión de que nos tildaba de locos. Fue como si reconociera que en Cuba no existe el modo de llegar a un acuerdo con el gobierno con esas demandas. El Cardenal y su canciller siempre nos dieron a entender que eso era un tema político.

VCF:

-Hubo un momento en que las autoridades de la Iglesia divulgaron que estábamos pidiendo asilo político. Incluso después de conocer nuestras demandas, el monseñor Suárez Polcari nos preguntó si estábamos pidiendo asilo político.

-Los funcionarios de la Iglesia que mediaron no tuvieron ningún tipo de confraternidad con nosotros. Vamos aclarar, no hablo de la Iglesia Católica, hablo de los funcionarios de la Iglesia Católica con los que tuvimos contacto.

-Yo fui agredido por el señor Iroel Sánchez, de CUBADEBATE, que dijo que habíamos utilizado la Iglesia Católica para impulsar nuestras demandas mercenarias. Nuestras peticiones son las de la parte del pueblo que no está de acuerdo con el régimen imperante en Cuba.

DPA:

-Los que estuvimos en la Iglesia pedimos a nombre del pueblo porque somos parte de él. No esperábamos el apoyo de la Iglesia, nos bastaba con la solidaridad.

-Para mí fue muy decepcionante el momento en que nos sacaron del templo. La policía antimotines nos sacó a rastras arrancándonos de las butacas.

-Cuando ellos llegaron y nos enfocaron con las cámaras, yo pensé que tendrían un poco más de respeto con la Iglesia. Pero la Iglesia les ofreció la oportunidad de tomar el sartén por el mango.

-Yo le pregunté a uno de los policías por el funcionario del gobierno que venía a conversar con nosotros. Uno de ellos me respondió de forma imperativa: ¨ “¡Ustedes ahora mismo se van a levantar para marcharse de aquí!”. La voz de ese policía parecía un trueno favorecido por el eco del templo.

-De pronto, se desplegaron rodeándonos y repetían que teníamos que salir de la Iglesia. No recuerdo quien dijo, “nosotros no vamos a salir”. Nos enlazamos y automáticamente nos cayeron encima.

-Con el cuerpo de Vladimir rajaron el tanque de la tasa del baño. Nos esposaron con cintas de plástico y nos golearon. Mientras nos trasladaban, nos decían, “no griten” y nos golpeaban. Me dieron un golpe en la espalda que lo sentí en el abdomen durante tres meses.

¿Consideran la acción un fracaso?

VCF:

-Realmente la acción que estaba comprendida dentro del programa con respecto a la lucha no violenta, pacífica pero activa que promueve nuestra organización, se logró. Lo que no logramos con la acción, ni nos acompañó, fue la solidaridad de la oposición interna y papel mediador de los funcionarios que representan la Iglesia Católica en Cuba.

-No me gusta hacer oposición a la oposición, pero desde el punto de vista crítico, necesitamos de una unidad más consolidada. Nuestra acción no tuvo mayor repercusión porque adolecemos de un caudillismo que nos hace daño y la idea surgió y se llevó a la práctica por opositores ajenos a ese mal.

FCM :

-Hay una forma de lucha no violenta en las calles que es la que nosotros retomamos para reclamar nuestros derechos. Una lucha de confrontación pacifica que exige sacrificio y riesgos desde el punto físico y social.


¿Qué consecuencias trajo para ustedes esta acción?

DPA:

-Las mujeres tuvimos el mismo trato durante el arresto. Nos llevaron hasta la 4ta. Estación de la Policía, las cámaras siempre grabando el arresto. Nos tomaron muestras de cabellos de varios lugares, muestras de olor de diferentes partes del cuerpo, muestras de saliva, las huellas dactilares.

-Todos nos negamos a comer un pan que nos ofrecieron. Nos interrogaron sobre quien había entregado la demanda y sin ponernos de acuerdo respondimos que todos. Creo que buscaban a un culpable para encarcelar.

-Nos procesaron en un expediente con la Ley Mordaza (Ley 88) y nos amenazaron con una sanción de 25 años de privación de libertad. Cuando el Papa Benedicto XVI arribó a La Habana nos arrestaron a todos.

FCM:

-Pasé por situaciones parecidas durante el arresto. Me encarcelaron cuando llegó el Papa Benedicto XVI a Cuba y me soltaron una hora después que dejó el país.

-Después de una golpiza que recibí por parte de un policía intenté hacer una denuncia y me dejaron preso en el calabozo, donde me volvieron a golpear esposado y colgado de la rejas.

-Al siguiente día me enviaron a la prisión de Valle Grande, donde estuve durante cinco meses sin cargos. Si antes pisoteaban nuestros derechos, ahora lo hacen con mayor desvergüenza.

VCF:

-Con nosotros usaron la misma estrategia que en la embajada del Vaticano en diciembre del 1980. A los hermanos García Marín, que fueron fusilados al siguiente día por un juicio sumario, también los prepararon para hablar con funcionarios antes de abrirles las puertas a las fuerzas represivas.

-Desde que entramos y percibimos la posición del sacerdote, nos dimos cuenta de que debíamos morir adentro. Si salíamos, nos mataban a golpes. Con el apoyo de la oposición interna, la acción podría haberse consolidado y la reacción de la Iglesia terminaría en un papel secundario.

-Hay algo importante en esta acción: el gobierno la reconoció como acto bien pensado de la oposición. Al menos ya existimos.

Fred y Vladimir fueron arrestados en la madrugada del pasado 9 de abril en un operativo violento en la casa de Fred. Fueron golpeados conjuntamente con otros miembros del Partido Republicano de Cuba y acusados de colgar carteles antigubernamentales en el municipio Habana del Este. Trece horas después, fueron liberados sin cargos.

El hostigamiento continúa.

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