Por Mario Hechavarria Driggs
Ciudad de la Habana, Cuba. (PI)- Escuchando lo que se comenta en las habituales
colas de cualquier día en La Habana, el tema migratorio aparece reiterado en
las conversaciones de ocasión, sobre todo en los jóvenes. Lo llamativo es que
muchas personas están insatisfechas, les parece que la nueva ley no arreglará
para nada su dilema personal en cuanto a viajar fuera de Cuba.
Una pareja mientras esperan para pagar su cuenta
telefónica:
-Yo no le veo lo bueno porque en definitiva tienen
que darte la visa y va a ser lo mismo de antes, a los cubanos no quieren darnos
visa, a no ser por invitación personal, matrimonio, familiares…:- Somos
emigrantes seguros, por ejemplo, España, Italia, Francia,…para nada te aceptan
si no cumples con las reglas que ellos ponen.
Un señor mete la cuchareta:
-Pero si pagas pasaje de ida y regreso, como
turista, están casi obligados a darte la visa y puedes viajar.
Ella responde airada:
-Tío, ¡ni que se diga! tengo que pagar avión doble
para ver la torre Eiffel y luego volverme a casa.
El “Tío”, digo, el señor:
-Eso es lo que te han dado sobrina, el derecho de viajar,
no de quedarte en el otro país. Nada, que ya puedes ser turista.
La discusión prosigue, siempre con la
insatisfacción de que la gente desea salir, pero la idea de turismo no está en
las mentes, el tema es irse a trabajar, a ganar moneda dura y volver tal vez
dentro de un tiempo, transformado por el dinero.
Tal vez los orígenes de este pensamiento vengan por
aquello de la salida definitiva, tan arraigada entre los cubanos, dada la
legislación hasta hoy vigente. En la TV un Coronel del servicio de inmigración
y extranjería aclara el asunto reiterando que:- ¨Se puede permanecer hasta 24 meses en el exterior a partir de cada
salida, no hay salida definitiva porque usted podrá regresar a Cuba, inclusive
si viajó a los Estados Unidos. Reitera el oficial que:-la decisión migratoria
definitiva queda en manos de los ciudadanos¨.
Es bueno saber que me restituyen derechos y
eliminan actos legales discriminatorios, vinculados al sentido de ser Ciudadano
cubano. Me parece bien, pero el cubano medio quiere y no quiere, está a mitad
de camino entre la antigua concepción socialista del Estado Papá y Mamá y la
idea de un poder desentendido cada vez más de las acciones individuales.
Otra Cola, esta vez para entrar a una sala de
enviar y recibir mensajes vía Correo Electrónico, amplía el espectro de
opiniones:
-De que me vale el pasaporte libre si en definitiva
no tengo dinero, es decir, pesos convertibles, los “fulas” para pagarlo y sobre
todo pagar el pasaje. Yo gano un salario en pesos cubanos.
Otro de la cola agrega:- Soy maestro, con 450 pesos
más o menos, sin tomarme ni siquiera un refresco, necesitaré como seis meses
solamente para reunir lo del pasaporte. Lo del viaje me llevaría tres años.
Otro candidato gratuito a Tío de ocasión apoya:
-Ya lo dijiste, y eso suponiendo que en tu casa te cubran las
necesidades diarias, con los precios de la comida subiendo cada día. Pero
bueno, hay quien recibe dinero del exterior, otros tienen negocios aquí, rentan
casas a turistas, trabajan en una Paladar…
-Si Tío, pero esos son unos pocos, la mayoría
estamos pegados a nuestros salarios.
-Ya no es tan así sobrino, recuerda que hay muchos
cuentapropistas y como un millón de cubanos viviendo en el “Norte”.
Los cambios vienen, pero la mentalidad se resiste a
cambiar. Si el avance hacia la economía de mercado continua, acompañada de una
menor intromisión estatal en los asuntos privados, recibirá el apoyo de la
mayoría, pero a esas mismas personas les parecerá obligado que el gobierno las
siga subvencionando con el tema de los salarios.
¿Que pasará cuando alcancemos una sola moneda? Será,
evidentemente la nacional, pero con el valor propio de la convertible, pues no
hay que hacerse ilusiones, la economía no se hace por decretos presidenciales.
Finalmente el papel dinero no es más que eso, papel impreso; la producción y la
productividad del trabajo son cosas muy diferentes, representan mercancías,
servicios, asuntos tangibles, creados por los seres humanos.
El señor mayor, Tío al fin, aclara:- La moneda,
sobrinos míos, será cualquiera porque en definitiva, se trata de un
equivalente. Si compras un teclado para computadora en 20 CUC, es igual a
comprarlo en 500 pesos nacionales. Mañana mismo pueden hacer el decreto y todo
seguirá igual.
Uno de los muchachos, ya un tanto decepcionado del
curso de esta conversación, dice:
-En definitiva viajarán los que logren el permiso
del gobierno y tengan el suficiente dinero, los demás ya ustedes saben la
palabra.
-¡Seguiremos
jodidos!